Genesis 3
9-15,20
Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?»
Este contestó: «Te oí andar por el jardín y tuve miedo,
porque estoy desnudo; por eso me escondí.»
El replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo?
¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?»
Dijo el hombre: «La mujer que me diste por compañera me dio
del árbol y comí.»
Dijo, pues, Yahveh Dios a la mujer: «¿Por qué lo has hecho?»
Y contestó la mujer: «La serpiente me sedujo, y comí.»
Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho
esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los
animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo
comerás todos los días de tu vida.
Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su
linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su
calcañar.»
El hombre llamó a su mujer «Eva», por ser ella la madre de
todos los vivientes.
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Génesis 12, 1-7
Yahveh dijo a Abram: «Vete de tu tierra, y de tu patria, y
de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré.
De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu
nombre; y sé tú una bendición.
Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te
maldigan. Por ti se bendecirán todos los linajes de la
tierra.»
Marchó, pues, Abram, como se lo había dicho Yahveh, y con él
marchó Lot. Tenía Abram 75 años cuando salió de Jarán.
Tomó Abram a Saray, su mujer, y a Lot, hijo de su hermano,
con toda la hacienda que habían logrado, y el personal que
habían adquirido en Jarán, y salieron para dirigirse a
Canaán. Llegaron a Canaán,y Abram atravesó el país hasta el
lugar sagrado de Siquem, hasta la encina de Moré. Por
entonces estaban los cananeos en el país.
Yahveh se apareció a Abram y le dijo: «A tu descendencia he
de dar esta tierra.» Entonces él edificó allí un altar a
Yahveh que se le había aparecido.
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Samuel II 7, 1-5 8b-11.16
Cuando el rey se estableció en su casa y Yahveh le concedió
paz de todos sus enemigos de alrededor,dijo el rey al
profeta Natán: «Mira; yo habito en una casa de cedro
mientras que el arca de Dios habita bajo pieles.»
Respondió Natán al rey: «Anda, haz todo lo que te dicta el
corazón, porque Yahveh está contigo.»
Pero aquella misma noche vino la palabra de Dios a Natán
diciendo: «Ve y di a mi siervo David: Esto dice Yahveh. ¿Me
vas a edificar tú una casa para que yo habite?
Ahora pues di esto a mi siervo David: Así habla Yahveh
Sebaot: Yo te he tomado del pastizal, de detrás del rebaño,
para que seas caudillo de mi pueblo Israel.
He estado contigo dondequiera has ido, he eliminado de
delante de ti a todos tus enemigos y voy a hacerte un nombre
grande como el nombre de los grandes de la tierra: fijaré un
lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré allí para que more en
él; no será ya perturbado y los malhechores no seguirán
oprimiéndole como antes, en el tiempo en que instituí jueces
en mi pueblo Israel; le daré paz con todos sus enemigos.
Yahveh te anuncia que Yahveh te edificará una casa.
Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu
trono estará firme, eternamente.»
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Cronicas I 15, 3-4. 15-16, 1-2
Congregó, pues, David a todo Israel en Jerusalén para subir
el arca de Yahveh al lugar que para ella había preparado.
David reunió también a los hijos de Aarón y a los levitas: Y
los levitas trasladaron el arca de Dios a hombros, como lo
había ordenado Moisés, según la palabra de Yahveh, llevando
los varales sobre los hombros.
Dijo David a los jefes de los levitas que dispusieran a sus
hermanos los cantores, con instrumentos músicos, salterios,
cítaras y címbalos, para que los hiciesen resonar, alzando
la voz con júbilo.
Introdujeron el arca de Dios y la colocaron en medio de la
Tienda que David había hecho levantar para ella; y
ofrecieron ante Dios holocaustos y sacrificios de comunión.
Cuando David hubo acabado de ofrecer los holocaustos y los
sacrificios de comunión, bendijo al pueblo en nombre de
Yahveh,
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Proverbios 8, 22-31
«Yahveh me creó, primicia de su camino, antes que sus obras
más antiguas.
Desde la eternidad fui fundada, desde el principio, antes
que la tierra.
Cuando no existían los abismos fui engendrada, cuando no
había fuentes cargadas de agua.
Antes que los montes fuesen asentados, antes que las
colinas, fui engendrada.
No había hecho aún la tierra ni los campos, ni el polvo
primordial del orbe.
Cuando asentó los cielos, allí estaba yo, cuando trazó un
círculo sobre la faz del abismo, cuando arriba condensó las
nubes, cuando afianzó las fuentes del abismo, cuando al mar
dio su precepto - y las aguas no rebasarán su orilla -
cuando asentó los cimientos de la tierra, yo estaba allí,
como arquitecto, y era yo todos los días su delicia, jugando
en su presencia en todo tiempo, jugando por el orbe de su
tierra; y mis delicias están con los hijos de los hombres.»
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Eclesiástico 24, 1. 3-4, 8-12. 19-21
La sabiduría hace su propio elogio, en medio de su pueblo,
se gloría.
«Yo salí de la boca del Altísimo, y cubrí como niebla la
tierra.
Yo levanté mi tienda en las alturas, y mi trono era una
columna de nube.
Entonces me dio orden el creador del universo, el que me
creó dio reposo a mi tienda, y me dijo: "Pon tu tienda en
Jacob, entra en la heredad de Israel."
Antes de los siglos, desde el principio, me creó, y por los
siglos subsistiré.
En la Tienda Santa, en su presencia, he ejercido el
ministerio, así en Sión me he afirmado, en la ciudad amada
me ha hecho él reposar , y en Jerusalén se halla mi poder.
He arraigado en un pueblo glorioso, en la porción del Señor,
en su heredad.
Venid a mí los que me deseáis, y hartaos de mis productos.
Que mi recuerdo es más dulce que la miel, mi heredad más
dulce que panal de miel.
Los que me comen quedan aún con hambre de mí, los que me
beben sienten todavía sed.
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Isaías 7, 10-14; 8, 10
Volvió Yahveh a hablar a Ajaz diciendo:
«Pide para ti una señal de Yahveh tu Dios en lo profundo del
seol o en lo más alto.»
Dijo Ajaz: «No la pediré, no tentaré a Yahveh.»
Dijo Isaías: «Oíd, pues, casa de David: ¿Os parece poco
cansar a los hombres, que cansáis también a mi Dios?
Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que
una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le
pondrá por nombre Emmanuel.
Trazad un plan: fracasará. Decid una palabra: no se
cumplirá. Porque con nosotros está Dios.
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Isaías 9, 1-3. 5-6
El pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande. Los que
vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos.
Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría
por tu presencia, cual la alegría en la siega como se
regocijan repartiendo botín.
Porque el yugo que les pesaba y la pinga de su hombro - la
vara de su tirano - has roto, como el día de Madián.
Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado.
Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre
«Maravilla de Consejero», «Dios Fuerte», «Siempre Padre»,
«Príncipe de Paz». Grande es su señorío y la paz no tendrá
fin sobre el trono de David y sobre su reino, para
restaurarlo y consolidarlo por la equidad y la justicia,
Desde ahora y hasta siempre, el celo de Yahveh Sebaot hará
eso.
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Isaías 61, 9-11
Será conocida en las naciones su raza y sus vástagos entre
los pueblos; todos los que los vean reconocerán que son raza
bendita de Yahveh.
«Con gozo me gozaré en Yahveh, exulta mi alma en mi Dios,
porque me ha revestido de ropas de salvación, en manto de
justicia me ha envuelto como el esposo se pone una diadema,
como la novia se adorna con aderezos.
Porque, como una tierra hace germinar plantas y como un
huerto produce su simiente, así el Señor Yahveh hace
germinar la justicia y la alabanza en presencia de todas las
naciones.»
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Miqueas 5, 1-4a
Mas tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las
familias de Judá, de ti me ha de salir aquel que ha de
dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde
los días de antaño.
Por eso él los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la
que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos
volverá a los hijos de Israel.
El se alzará y pastoreará con el poder de Yahveh, con la
majestad del nombre de Yahveh su Dios. Se asentarán bien,
porque entonces se hará él grande hasta los confines de la
tierra.
El será la Paz. Si Asur invade nuestra tierra, y huella
nuestro suelo, suscitaremos contra él siete pastores, y ocho
príncipes de hombres.
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Zacarías 2, 14-17
Grita de gozo y regocíjate, hija de Sión, pues he aquí que
yo vengo a morar dentro de ti, oráculo de Yahveh.
Muchas naciones se unirán a Yahveh aquel día: serán para mí
un pueblo, y yo moraré en medio de ti. Sabrás así que Yahveh
Sebaot me ha enviado a ti.
Poseerá Yahveh a Judá, porción suya en la Tierra Santa, y
elegirá de nuevo a Jerusalén.
¡Silencio, toda carne, delante de Yahveh, porque él se
despierta de su santa Morada!
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Mateo 1, 1-16. 18-23
Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de
Abraham:
Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob
engendró a Judá y a sus hermanos,
Judá engrendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a
Esrom, Esrom engendró a Aram,
Aram engendró a Aminadab, Aminadab engrendró a Naassón,
Naassón engendró a Salmón,
Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a
Obed, Obed engendró a Jesé,
Jesé engendró al rey David. David engendró, de la que fue
mujer de Urías, a Salomón,
Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá
engendró a Asaf,
Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram
engendró a Ozías,
Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz
engendró a Ezequías,
Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón
engendró a Josías,
Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la
deportación a Babilonia.
Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a
Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel,
Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim,
Eliakim engendró a Azor,
Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim
engendró a Eliud,
Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán
engendró a Jacob,
y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació
Jesús, llamado Cristo.
La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre,
María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar
juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu
Santo.
Su marido José, como era justo y no quería ponerla en
evidencia, resolvió repudiarla en secreto.
Así lo tenía planeado, cuando el Angel del Señor se le
apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas
tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella
es del Espíritu Santo.
Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque
él salvará a su pueblo de sus pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor
por medio del profeta:
- Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le
pondrán por nombre Emmanuel, -que traducido significa: «Dios
con nosotros.»
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Mateo 2, 13-15. 19-23
Después que ellos se retiraron, el Angel del Señor se
apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma
contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí
hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño
para matarle.»
El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se
retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes;
para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del
profeta: - De Egipto llamé a mi hijo. - Muerto Herodes, el
Angel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le
dijo:
«Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en
camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que
buscaban la vida del niño.»
El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en
tierra de Israel.
Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar
de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en
sueños, se retiró a la región de Galilea,
y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret; para que se
cumpliese el oráculo de los profetas: - Será llamado
Nazoreno. -
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Mateo 12, 46-50
Todavía estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y
sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con
él.
Alguien le dijo: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus
hermanos que desean hablarte.»
Pero él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y
quiénes son mis hermanos?»
Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos
son mi madre y mis hermanos.
Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial,
ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»
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Lucas 1, 26-38
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una
ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada
con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre
de la virgen era María.
Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo.»
Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué
significaría aquel saludo.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado
gracia delante de Dios;
vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien
pondrás por nombre Jesús.
El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor
Dios le dará el trono de David, su padre;reinará sobre la
casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»
María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no
conozco varón?»
El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y
el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el
que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en
su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban
estéril,- porque ninguna cosa es imposible para Dios.»
-Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí
según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue.
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Lucas 1, 39-47
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a
la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de
Zacarías y saludó a Isabel.
Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María,
saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de
Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú
entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde
a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas
llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño
en mi seno.
¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le
fueron dichas de parte del Señor!»
Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu -
se alegra en Dios mi salvador -
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Lucas 2, 1-14
Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César
Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo.
Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de
Siria Cirino.
Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
ubió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a
Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él
de la casa y familia de David, para empadronarse con María,
su esposa, que estaba encinta.
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron
los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo
primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un
pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso
y vigilaban por turno durante la noche su rebaño.
Se les presentó el Angel del Señor, y la gloria del Señor
los envolvió en su luz; y se llenaron de temor.
El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran
alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy,
en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor;
y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en
pañales y acostado en un pesebre.»
Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército
celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en
las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él
se complace.»
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Lucas 2, 15-19
Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al
cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues,
hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha
manifestado.»
Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al
niño acostado en el pesebre.
Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de
aquel niño;
y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los
pastores les decían.
María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las
meditaba en su corazón.
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Lucas 2, 27-35
Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres
introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley
prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios
diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra,
dejar que tu siervo se vaya en paz;
porque han visto mis ojos tu salvación,
la que has preparado a la vista de todos los pueblos,
luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo
Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de
él.
Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está
puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para
ser señal de contradicción - ¡y a ti misma una espada te
atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las
intenciones de muchos corazones.»
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Lucas 2, 41-52
Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la
Pascua.
Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la
fiesta
y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en
Jerusalén, sin saberlo su padres.
Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de
camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos;
pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su
busca.
Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el
Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y
preguntándoles;
todos los que le oían, estaban estupefactos por su
inteligencia y sus respuestas.
Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo:
«Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo,
angustiados, te andábamos buscando.»
El les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo
debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.
Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su
madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su
corazón.
Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante
Dios y ante los hombres.
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Lucas 11, 27-28
Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la voz
una mujer de entre la gente, y dijo: «¡Dichoso el seno que
te llevó y los pechos que te criaron!»
Pero él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de
Dios y la guardan.»
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Juan 2, 1-11
Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y
estaba allí la madre de Jesús.
Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos.
Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la
boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.»
Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no
ha llegado mi hora.»
Dice su madre a los sirvientes: - «Haced lo que él os diga.»
-
Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las
purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada
una.
Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron
hasta arriba.
«Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos
lo llevaron.
Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como
ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado
el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y
le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya
están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino
bueno hasta ahora.»
Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y
manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.
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Juan 19, 25-27
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su
madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena.
Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien
amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde
aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
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Hechos 1, 12-14
Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de
los Olivos, que dista poco de Jerusalén, el espacio de un
camino sabático.
Y cuando llegaron subieron a la estancia superior, donde
vivían, Pedro, Juan, Santiago y Andrés; Felipe y Tomás;
Bartolomé y Mateo; Santiago de Alfeo, Simón el Zelotes y
Judas de Santiago.
Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo
espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre
de Jesús, y de sus hermanos.
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Romanos 5, 12. 17-19
Por tanto, como por un solo hombre entró el pecado en el
mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a
todos los hombres, por cuanto todos pecaron;
En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte por
un solo hombre ¡con cuánta más razón los que reciben en
abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la
vida por un solo, por Jesucristo!
Así pues, como el delito de uno solo atrajo sobre todos los
hombres la condenación, así también la obra de justicia de
uno solo procura toda la justificación que da la vida.
En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre,
todos fueron constituidos pecadores, así también por la
obediencia de uno solo todos serán constituidos justos
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Romanos 8, 28-30
Por lo demas, sabemos que en todas las cosas interviene Dios
para bien de los que le aman; de aquellos que han sido
llamados según su designio.
Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a
reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el
primogenito entre muchos hermanos;
y a los que predestinó, a ésos también los justificó; a los
que justificó, a ésos también los glorificó.
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Gálatas 4, 4-7
Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su
Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley,
para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que
recibiéramos la filiación adoptiva.
La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a
nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá,
Padre!
De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo,
también heredero por voluntad de Dios.
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Efesios 1, 3-6. 11-12
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que
nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales,
en los cielos, en Cristo;
por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del
mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el
amor;
eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por
medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad,
para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos
agració en el Amado.
A él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano
según el previo designio del que realiza todo conforme a la
decisión de su voluntad, para ser nosotros alabanza de su
gloria, los que ya antes esperábamos en Cristo.
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Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab
Y se abrió el Santuario de Dios en el cielo, y apareció el
arca de su alianza en el Santuario, y se produjeron
relámpagos, y fragor, y truenos, y temblor de tierra y
fuerte granizada.
Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del
sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce
estrellas sobre su cabeza;
Y apareció otra señal en el cielo: un gran Dragón rojo, con
siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete
diademas.
Su cola arrastra la tercera parte de - las estrellas del
cielo y las precipitó sobre la tierra. - El Dragón se detuvo
delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su
Hijo en cuanto lo diera a luz.
La mujer - dio a luz un - Hijo - varón, - el que ha de -
regir a todas las naciones con cetro de hierro; - y su hijo
fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono.
Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado
por Dios para ser allí alimentada 1.260 días.
Oí entonces una fuerte voz que decía en el cielo: «Ahora ya
ha llegado la salvación, el poder y el reinado de nuestro
Dios y la potestad de su Cristo, porque ha sido arrojado el
acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y
noche delante de nuestro Dios.
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Apocalipsis 21, 1-5
Luego vi - un cielo nuevo y una tierra nueva - porque el
primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no
existe ya.
Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del
cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada
para su esposo.
Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: «Esta es la
morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos
y ellos serán su pueblo y él Dios con ellos, será su Dios.
Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni
habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha
pasado.»
Entonces dijo el que está sentado en el trono: «Mira que
hago un mundo nuevo.» Y añadió: «Escribe: Estas son palabras
ciertas y verdaderas.»