Ciencia y Fe
A pesar de que los avances de la ciencia parecen
quitar fundamento a las creencias religiosas, algunos científicos creen que
la ciencia y la fe no son contrapuestas, de hecho, la propia Iglesia
Católica defiende una postura de reconciliación entre razón y fe,
aduciendo que ambas tienen un espacio donde realizarse, y estos espacios no
han de ser independientes; el libro de los Proverbios dice: "Es gloria
de Dios ocultar una cosa y gloria de los reyes escrutarla", así los
humanos tendemos por naturaleza a medir incluso lo inconmensurable y para
ello utilizamos tanto la razón como la fe. Sobre la idea de lo
inconmensurable, decía un filósofo contemporáneo que la ciencia aún
siendo una fuente ilimitada de conocimiento mientras se aplique a materias
mensurables, fracasa allí donde no existen cantidades a ser medidas; pero
si ciencia y religión estuvieran tan claramente diferenciadas como para
saber hasta qué punto algo es conmensurable o inconmensurable, no habría
conflicto entre razón y fe, aplicándose esta última a lo moral y
espiritual y la razón a lo natural, pero no está tan clara esta
distinción pues a medida que se suceden los avances de la ciencia se
producen implicaciones morales y religiosas (clonación, criogénesis,
prolongación artificial de la vida, aborto, etc...). Mientras científicos de distintas épocas han
creído que con datos extraídos de la propia naturaleza se puede explicar
cualquier fenómeno o estado de las cosas, siendo cuestión de tiempo el
encontrar una explicación; otros, por el contrario, creen que el Universo
puede llegar a ser demasiado complejo como para que solamente la ciencia
pueda explicarlo o llegar a justificar su existencia.
Los primeros, argumentan que ciencia y religión
van por caminos distintos, o incluso llegan a declarar que Dios es una
hipótesis innecesaria, pues todo es conmensurable y si no lo es ahora lo
será en un futuro con el avance de la ciencia. El Universo existe en la
medida que lo podemos medir, siendo así la matemática la disciplia
cienctífica por excelencia para enfrentarse a los desafíos del
conocimiento de la naturaleza de las cosas, de esta forma podríamos decir
que cualquier cosa que no pueda ser medida en la actualidad o en un futuro
es un mera ilusión. La ciencia es la mejor herramienta que tenemos para
explicarlo todo, incluso lo que ahora parece inexplicable, y gana con mucho
al resto de las formas de conocimiento, incluida la religión pues la
ciencia terminará dando respuesta a lo que hoy, por incomprensible, cae en
el terreno de lo religioso. Eminentes físicos aseguran que la ciencia es
aplicable a cualquier campo de la experiencia humana conocido o por conocer.
En una ciencia ilimitada podríamos llegar a una nueva forma de conocimiento
o relativismo general que diera una explicación total de la conciencia
humana, es decir, de lo que los creyentes consideran espíritu.
En una posición más aséptica se encuentran
aquellos que dicen que la ciencia no puede estar ni en contra ni a favor de
la religión, pues no puede demostrar si una fe es verdadera o no lo es; y a
lo más que puede llegar es a determinar si es constructiva o destructiva,
socializadora o perturbadora. Aunque la ciencia pueda estudiar el
comportamiento religioso desde diversas facetas, el problema surge cuando
intenta analizar qué puede haber de cierto en las manifestaciones
religiosas o hasta qué punto la necesidad de trascendencia de los humanos
justifica la existencia de Dios.
Ante estas posturas anteriores, otros no menos
prestigiosos científicos defienden que no hay competencia entre las leyes
naturales y la existencia de Dios, si consideramos a Dios no como ser que interviene
si no como fundamento del Universo, llegando a la conclusión que hay más
razones para creer que para no creer pues reconocen que la razón es
limitada. La ciencia puede estudiar sobre aspectos de fenómenos llamados
sobrenaturales (milagros), pero en cuestiones fundamentales sobre los
orígenes del Universo y la naturaleza de las cosas lo más cauto es no
intentar demostrar la imposibilidad de la existencia de un ser creador.
Muchos analistas de nuestro tiempo empiezan a pensar que las cosas están cambiando
sobre estos aspectos, ya no están tan aparentemente claras las
posibilidades de la física clásica y de la ciencia en general para
racionalizarlo todo, teorías como las desarrolladas por la física
cuántica o el Big Bang, que podrían ser la punta del iceberg de una
"nueva ciencia", no se oponen a la creencia de un Creador, sino
que, contrariamente, empiezan a vislumbrar que el Universo ha nacido con un
diseño y propósito determinados. La ciencia no solo se basa en la medida,
pues el conocimiento científico es humano y por tanto lleno de
incertidumbre por lo que no podrá acabar con la idea de Dios y no hay
problema alguno para que los científicos crean en un ser superior. La fe y
razón tienen más puntos en común de lo que podría pensarse. Una gran
parte de los científicos de los últimos tiempos niegan que el Universo sea
un accidente incuestionable pues, hasta donde se conoce, está tan ingeniosa
y misteriosamente ensamblado que no puede ser aceptado como un hecho brutal
o no intencionado sino, como se apuntaba anteriormente, más bien como un
sutil propósito que nos lleva a creer que hay una nivel de explicación
mucho más profundo. En definitiva, la ciencia actual por sí misma, es
incapaz de resolver cuestiones fundamentales de la existencia, y la creencia
en que pueda resolverlas en un futuro podría ser una hipótesis poco
probable y requiere en sí misma un acto de "fe" en que todo se
podrá conocer, a no ser que esa ciencia evolucionada junto a la propia evolución
del ser humano nos llevara a una unión con ese Creador que se intuye; pero
entonces la ciencia dejaría de ser ciencia para convertirse en otra forma
de conocimiento.
El navegante.